En los grandes banquetes de la historia, siempre hay un invitado que se ríe mientras los demás brindan. Hoy, ese invitado se llama China y en su plato tiene servidos 784,300 millones de dólares en bonos del Tesoro de Estados Unidos.
¿Eso le da poder para aplastar la mesa si quisiera?
¿O simplemente está atrapada en el mismo juego de sillas musicales que todos?
No es tan sencillo como nos lo quieren vender.
El juego del dinero (que casi nadie entiende).
Cuando decimos que “EE.UU. le debe a China”, no imagine a TROMP pidiéndole prestado a Xi Jinping en una servilleta del restaurante.
No.
Lo que pasa es que China compró una montaña de Bonos del Tesoro, una especie de pagarés de confianza:
• Washington recibe dinero fresco.
• A cambio, promete devolverlo, más intereses.
¿Suena seguro?
Pues eso pensaban en Beijing cuando llegaron a acumular 1.32 billones de dólares en 2013. Desde entonces, la cifra se ha derretido 40%. Hoy, Japón es el mayor tenedor de deuda de EE.UU., con 1.125 billones, mientras el Reino Unido sigue los pasos con 750.3 mil millones. China ya no es el ogro que muchos medios dibujan… es, más bien, un inversor nervioso mirando la puerta de salida.
Si China vendiera sus bonos… ¿adiós Wall Street?
Pongamos el escenario que muchos temen:
- EE.UU. impone nuevos aranceles a productos chinos.
- En venganza, China anuncia: “Vamos a vender nuestros bonos del Tesoro.”
¿Qué pasaría?
- Primero, el precio de los bonos bajaría como piedra.
- Segundo, las tasas de interés se dispararían (porque menos compradores = mayor riesgo = más caro endeudarse).
- Tercero, las hipotecas, los créditos automotrices, los préstamos estudiantiles… ¡todos subirían!
- Cuarto, Wall Street entraría en modo sálvese quien pueda.
Ahora, el golpe bajo: Si China vende a lo loco, también ella pierde.
Sus bonos valdrían menos, su tipo de cambio se apreciaría (adiós exportaciones competitivas) , y su economía —ya estresada— se pondría a sudar frío.
Conclusión: sería como incendiar su propia casa para molestar al vecino.
Por eso, aunque los titulares griten “¡Arma financiera!”, la realidad es que sería un tiro en el pie para ambos.
Una especie de Pelea de box… con bombas en los guantes.
Una deuda enorme… pero no exclusiva
¿Sabe cuánto suman todos los países que tienen bonos estadounidenses?
Más de 8.8 billones de dólares.
En ese océano de dólares, China solo representa alrededor del 8.9% .
Importante, sí.
Crítico, no tanto.
Así que no, ni vendiendo todos sus bonos China podría tumbar a EE.UU. sola. Otros grandes jugadores —como fondos de pensiones, bancos centrales de media Europa, y hasta particulares— seguirían comprando.
Y si el mercado se asustara, la Reserva Federal podría intervenir: compraría bonos como si fueran donas calientes y estabilizaría el barco.
El mantra que deberíamos aprender
“Ni China puede hundir a EE.UU. vendiendo bonos, ni EE.UU. puede ignorar que cada acción tiene reacción.”
Repítalo.
Porque lo van a querer engañar con discursos patrioteros o apocalípticos.
Y la verdad, como siempre, está en los matices.
¿A dónde nos lleva todo esto?
Hacia un futuro donde…
- China seguirá reduciendo sus tenencias poco a poco (sin patear la mesa).
- EE.UU. seguirá necesitando que alguien financie sus déficit crecientes.
- Y el mundo seguirá bailando al ritmo del dólar… pero ya no tan alegremente como antes.
La relación China-EE.UU. no es un romance ni una guerra abierta.
Es una tensa partida de ajedrez… donde el tablero está hecho de billetes.
El verdadero llamado
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Aquí, la verdad no se negocia.